En la última docena de años, desde que rigen las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), siempre la fuerza política que resultó más votada en estos comicios se impuso también en la elección general.
No obstante, en la única ocasión en que en la Argentina el Presidente se definió en segunda vuelta el orden se revirtió; y la agrupación que había finalizado segunda tanto en las PASO como en las generales terminó imponiéndose en el balotaje.
En efecto, el 9 de agosto de 2015, la fórmula del Frente para la Victoria, conformada por Daniel Scioli y por Carlos Zannini había cosechado 8.720.573 adhesiones, y finalizó primera. Detrás se había ubicado el binomio de Cambiemos, integrado por Mauricio Macri y por Gabriela Michetti, con 6.791.278 de votos. En tercer lugar había finalizado la coalición Unidos por una Nueva Alternativa (UNA), que llevaba dos listas a esas primarias: una postulaba a la dupla Sergio Massa-Gustavo Sáenz; la otra, a José Manuel de la Sota-Claudia Rucci. Sumadas, ambas habían obtenido 4.639.405 sufragios.
En las generales del 25 de octubre de ese año, el Frente para la Victoria había recogido 9.338.490 votos; y Cambiemos, 8.601.131. La lista de Massa-Sáenz -vencedora de la interna de UNA- también había crecido en cantidad de votantes, a 5.386.977.
Pese al incremento en la cosecha de votos, los guarismos encendieron las alertas dentro del peronismo. Por un lado, porque las cifras no alcanzaban para un triunfo en primera vuelta; por otro, porque los casi 2 millones de votos de diferencia que el oficialismo le había sacado a la principal alianza opositora en las PASO se habían reducido sensiblemente a poco menos de 740.000. Y esta reducción ya prenunciaba nubarrones de cara al balotaje.
Y en efecto, la tendencia creciente contra el oficialismo se materializó en las urnas en la segunda vuelta, el 22 de noviembre de 2015. La dupla Macri-Michetti venció al binomio Scioli-Zannini por una diferencia de casi 680.000 votos: 12.988.349 contra 12.309.575.
En las tres elecciones de ese año, el voto en blanco también fluctuó, de manera decreciente. En las PASO, 1.216.634 electores optaron por esta categoría. En la general, la cifra bajó a la mitad: 664.740. Y para el balotaje, cayó nuevamente casi un 50%, a 306.471.
Antecedentes sin balotaje
En ninguna de las elecciones anteriores a 2015 -desde que rige el sistema de segunda vuelta electoral para definir presidente- ni en la última, de 2019, la ciudadanía volvió a las urnas para el balotaje. Los resultados daban para que esto ocurra en 2003, entre los dos más votados de aquel año: Carlos Saúl Ménem y Néstor Carlos Kirchner. Pero los abrumadores números que lograba el santacruceño en las encuestas hacían prever una derrota por paliza para el riojano, que finalmente terminó bajándose de la segunda vuelta.
En 2007, tras la administración de Kirchner, la esposa del entondes Presidente, la actual vicepresidenta Cristina Fernández, secundada por el radical Julio César Clero Cobos, le sacó casi el 100% a la fórmula conformada por Elisa Carrió y Rubén Giustiniani: 8.652.293 frente a 4.403.642 de votos. Todavía no regían las PASO, por lo que no se puede analizar la fluctuación del electorado entre comicios.
En 2011, ya con el debut de las primarias, la ex mandataria resultó reelecta por paliza, en dupla con Amado Boudou. En las PASO del 14 de agosto de ese año, el Frente para la Victoria había logrado 10.762.217 de sufragios, frente a solo 2.614.211 de Unión para el Desarrollo Social, que postulaba a a la fórmula integrada por Ricardo Alfonsín y por Javier González Fraga. En tercer lugar, aunque casi en empatado con el segundo, había quedado la Alianza Frente Popular, que impulsaba el binomio Hermes Binner-Norma Morandini, con 2.595.996 adhesiones.
En las generales, la cantidad de voto a favor de Fernández-Boudou se incrementó a 11.865.055. Y el segundo lugar cambió de dueño: la dupla Binner-Morandini logró 3.684.970 sufragios, mientras que Alfgonsín-González Fraga cayó a 2.443.016. En 2011 también decreció el voto en blanco, entre las PASO y la general: de 1.007.753 a 803.362.
En 2019, tras la decepción que había generado el macrismo en el electorado, el Frente de Todos volvió al Gobierno. En las PASO del 11 de agosto de ese año, Alberto Fernández, secundado por la actual vicepresidenta, logró 12.205.085 de votos. Juntos por el Cambio, que impulsaba la reelección de Macri, acompañado ahora por Miguel Ángel Pichetto, obtuvo 8.121.596 sufragios. En tercer lugar, lejos, quedaba Consenso Federal, que llevaba como candidatos a presidente y a vicepresidente a Roberto Lavagna y a Juan Manuel Urtubey, respectivamente, con 2.081.293 adhesiones.
Para la elección general del 27 de octubre, el macrismo dio cuenta de un fuerte crecimiento, que implicó la recuperación de más de 2,5 millones de votos. A Juntos por el Cambio pueden haber ido algunos de los sufragios que perdió Consenso Federal en estos comicios -cayó a 1.649.322-. Pero los 10.811.586 que obtuvo el macrismo resultaron insuficientes frente a los 12.946.037 que consiguió el Frente de Todos.
En estos comicios el voto en blanco volvió a mostrar una caída de alrededor de un 50%, entre las PASO y la general: de 882.633 a 441.503.
Lo más reciente
En las PASO del 13 de agosto del año en curso, el candidato a presidente por La Libertad Avanza, Javier Milei, consiguió 7.352.244 votos. Las dos listas que había presentado Juntos por el Cambio -lideradas por Particia Bullrich, quién finalmente se impuso en la interna, y por el jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta- lograron 6.895.941 votos. El oficialista Unión por la Patria -con la cosecha sumada del ministro de Economía, y actual candidato a presidente por el espacio, Sergio Massa, y por el dirigente social Juan Grabois-, llegó a las 6.719.042 de adhesiones. En otras palabras, los tres principales espacios políticos terminaron separados por apenas 633.202 votos.
Tal cifra resulta insignificante frente a los casi 14 millones de sufragios que el domingo pueden llegar a cambiar de destino, respecto de dónde fueron en las PASO. Este número surge de la suma de los electores que no se presentaron en las primarias (10,5 millones); de los votos en blanco (1,1 milón); de las adhesiones a las otras dos fuerzas que compiten, Hacemos por Nuestro País (914.812) y el Frente de Izquierda y de los Trabajadores - Unidad (642.773), y de los avales a las agrupaciones que no alcanzaron el mínimo de un 1,5% de los votos válidos para competir en las generales (720.928).